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sábado, octubre 15, 2005

En Manilva se veía venir

Algo raro estaba ocurriendo en un Municipio que en tan sólo los cuatro últimos años, había cambiado por completo su fisonomía para convertirse, de un pueblo con hermosos paisajes de viñedos, agrícolas y hermosas estampas marinas. En una correlación de enormes promociones urbanísticas surgiendo por doquier, aplastando los paisajes naturales del municipio, que han quedado soterrados bajo cantidades ingentes de metros cúbicos de hormigón armado y ladrillos para beneficio sólo de unos pocos. En lugares donde, antes, al pobre agricultor no le dejaban ni hacerse una casa. Mientras esto ocurría, IU denunciaba el estado lamentable de los colegios del pueblo, calificándolos de "verdaderos barracones con goteras"; rios llenos de proquería, caminos rurales que no arreglan, vecinos aislados de sus propios núcleos de población por obras mal planificadas, etc, etc. Además, según se comenta en el pueblo, a pesar de lo que pudiera parecer a tenor de los beneficios que se supone reportarían tantas moles urbanísticas en el municipio, todo lo contrario. El Ayuntamiento con deudas hasta el cuello con el Estado. Por lo visto un ayuntamiento arruinado, que no se correspondía por otra parte con el alto nivel de vida del que hacían gala sus gobernantes.
Tal era el interés de este señor por llegar a la alcaldía y poner en práctica las maneras que su maestro le enseñó, que ha acabado al igual que Gil, dándose de morros con una Torre caracterizada por un juez (Miguel Angel Torres), tal como Gil se diera de bruces con otra Torre que en aquel caso, si no recuerdo mal, en caso contrario subsánenme, fué Santiago Torres.
Quien esto escribe mantuvo una entrevista con Pedro Tirado en 1998 (meses antes de que se alzase como alcalde, y al término de la misma fuí amenazado, tuve que salir de la estación de radio en Manilva, acompañado y escoltado porque unos fanáticos seguidores del GIL , me estaban esperando para darme una paliza, lo que al final no se produjo, aunque sí hubo un intento en la propia emisora por parte de un individuo partidario del señor Tirado.
De aquel día lo que mejor recuerdo siete años después, fué el despotismo con el que este hombre respondía, negando la evidencia, revertiendo sus respuestas en preguntas hacia mí y mostrando y escondiendo, a través de un aspecto exterior de persona bonachona y campechana un carácter interno muy diferente al que aparentaba. Recuerdo con escalofríos aún hoy su frialdad y arrogancia disfrazada siempre, lo cual es mas irritante y desconcertante, de una externa apariencia tranquila y relajada, que parece querer retarte a que pierdas las casillas.
Ahora lo entiendo todo, y es que en Manilva se veía venir que estaba todo cantado.

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